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sábado, 21 de febrero de 2015

Odio las ventanas

Diminuto rocío que empañas la visión de los árboles de allá afuera. Lluvia vacilante que distorsionas el regocijo de mi alma anhelante. Sol destructor que formas reflejos confusos el los vidriales . Nieve que acumulas marfil creciente las esquinas del cuadro transparente.

Odio las ventanas, por pocas y varias razones. Las he detestado en mi habitación como el hielo a la sal. La inoportuna luz que me despierta en los días que el sueño me quiere mas en la cama.

Desprecio las vidrieras porque ahí las esposas aguardan la llegada de sus amados, sean de la guerra o de borracheras. El paisaje monótono desde hace quince años; la misma ventana quebrada por balones de los juegos infantiles o las piedras de los novios temerosos del padre protector. A través de los cristales observan los depravados en su ansia por saciar su soledad.

Me levanté una mañana mientras aún era un muchacho. Recuerdo el oscuro amanecer y ese día mi hermana menor se había levantado antes que yo.Compartíamos alcoba, en el segundo piso de una casa junto a un acantilado que asomaba al mar. Siempre me decía en su imaginación inocente que quería visitar las casas de las gaviotas, al otro lado de la línea del horizonte. Pasaba horas jugando con sus muñecas en el alfeizar con la ventana siempre cerrada. El fondo del escenario de sus títeres era el inmenso cielo gris. Pero aquella mañana abrió las puertas de cristal para cantar junto las sirenas y los peces. Se precipitó creyendo imaginar.

Odio las ventanas porque mataron a mi familia. Mi padre se entregó a las velas de su pesquero a buscar sin descanso el rastro de la balada de su niña o quizás para escapar del recuerdo de su canto. Mi madre se quedó para dejar las lagrimas sentada en su mecedor, ahora cose y descose la bufanda que le iba a dar a su dulce caramelo. Se queda mirando las olas golpear las rocas por si le devuelven una blanca prenda.

Después de que se abrieran las pequeñas puertas para despedir la inocencia nunca se volvieron a abrir para conservar la cordura. Lo único que alegraba el espejo empañado, eran los dibujos con los dedos en la condensación de los cristales, garabatos de sirenas goteando.

Ahora, después de años, ya no miro hacia paredes tachonadas de tales amargos recuerdos. Se convirtieron en un sonido molesto, un chirrido agobiante, una brisa que no me agrada. La centella no me avisa de la llegada del trueno, prefiero sentir el sobresalto. Si quieres que te pase las llaves por el balcón, olvídalo, hay llaves debajo del tapete.

sábado, 7 de febrero de 2015

Inciertas pasiones

Parecemos convictos,
presos de nuestras propias ilusiones,
recluidos en silenciosas voces
de un pasado extinto.

Mudas están mis pasiones,
mi boca está sellada
pero el deseo brilla en mi mirada
oscurecida en omisiones.

Marqué tu número ayer
para poder oír la luz,
cerrar los ojos y ver,
rogar por tu condena.

Vuelo millas asustado
entre los azares de jaulas.
Alejándome del cielo y
entre tumbas oscilando.

Alegre de tener el sol
para apreciar tu sombra.
Aun tengo el lápiz de la metáfora
para dibujar la flor.

Camino sobre la arena
mientras desdibujas fantasías.
Rompes con presteza
la ignominia de mi alegría.

Me verás alejándome
susurrando una lágrima.
Me verás durmiéndome
oculto en expresiones desiertas.

Me verás silbando una canción
que hable de tu ausencia.
La imagen perderá el color
en los ecos submarinos.

Me toca esperarte sin motivos
mientras desfila el fraude.
Oculto en cristales tintados,
observado por pasos altivos.

Y el tiempo acecha
y de tu amor ya perdí la fe.
Nuestros labios se marchitarán
pues ayer tetero y mañana café.

Tu mirada estará sedienta
de verme caer una vez mas.
Pues presos uno del otro somos
como la piedra en el mar.


domingo, 1 de febrero de 2015

¿Amar o callar?

¿Amar o callar? Si es que me pierdo en las formas de su aroma, si es que me pierdo en las curvas de su mente. Callo porque no puedo pensar o es porque pienso demasiado. Amo en un silencio retardado, amo... en los susurros de una caja de cristal. Qué es para mí el amar si no es morirme en cada verso. No hay rima porque no hay sentido ponerle belleza a lo que anda muriendo en mi corazón.
Sobrio de todas mis ilusiones, la imagen penetra como fuego al carbón. Permanecer en el silencio sensato y perecer por causas perdidas. Acariciar su sombra, acariciar el tacto, acariciar la tempestad...un hormigueo por mi columna pero mis manos siguen frías, extrañando su enigmático calor.
Distante placer del cuerpo lejano; Cercana seducción de mi pensamiento. Nunca me había sentido tan vulnerable, nunca me había sentido tan pequeño, tan insignificante. Si es que mi oxígeno es su aliento y su boca es mi respiración...
El deseo se oculta entre las sombras y la pasión concurre con las hebras de su pelo. En mi solemne locura ando intranquilo, preocupado por las decisiones. Y sé que me ahogo en la penumbra por cada día que pasa dedicándole un pensamiento infructífero, intentando tocar las estrellas con mis ojos y aún mas oscuro se vuelve mi palpitar.
Sumido en la noche ya, mis ojos no se cierran sin una última apelación a su presencia, pues muero en el sudor de un inquieto despertar. No soy mas que un reflejo en los tonos de su hablar, pero ella es la protagonista de todas mis historias. Dios sabe que niego mi propia existencia cuando contemplo con nostalgia su sonrisa. No me sirven las palabras, ni mis miradas, ni mi urgencia y comprendí que es mejor estar consumiéndome por el mas allá.
La miré insaciablemente hasta que sucumbí a su dulce gesto pues me arrebata el alma como si fuera de su propiedad.